jueves, 17 de abril de 2014

Para levantarse, primero hay que caer.

Pocas son las palabras que salen entre las infinitas que me abordan entre humo e insomnio. Quizá sea un extraño caso en el que la falta de inspiración no es el problema, si no todo lo contrario, el exceso de la misma. Tantas historias que contar como recuerdos desearía olvidar, aunque quizá ese deseo no sea más que una mentira, ¿de verdad desearía alguien librarse de algunos de los mejores recuerdos de su vida? El dolor de tenerlos presentes cada segundo de consciencia y en la mayor parte del sueño llevan a ese falso deseo. Por supuesto que no. Pensado en frío, nadie en su sano juicio querría deshacerse de ellos, pero duele, ¿verdad?
Es triste, sí, pero a la vez podría considerarse la esencia de la vida, nuestras mejores vivencias pueden acabar volviéndose en nuestra contra y con total seguridad será lo que más sufrimiento nos cause, ¿significa eso que no valió la pena? Ni de lejos. Cualquiera que se sienta identificado con ésto estará de acuerdo en la siguiente afirmación. Hay errores que vale la pena volver a cometer.
Hace ya mucho desde que me dijeron por primera vez que parecía tener la necesidad de estar mal, algo en lo que he pensado muchísimo desde entonces y, quizá sea razón, o al menos en parte. Necesito cometer el mismo error, ese error que me lleva a estar mal, una y otra vez, independientemente del dolor que ello me cause, cueste lo que cueste, hasta que finalmente llegue el momento en el que dicho error no tenga lugar y, siguiendo los mismos pasos caminados ya una y otra vez, de tanta hostia contra las piedras del suelo, éstas se hayan aplanado evitando tropezar de nuevo con ellas. Porque estoy convencido de que habrá valido la pena. Hay cosas que símplemente no puedes dejar ir, personas, objetos, recuerdos, cada uno se enfrenta a ellos de una forma pero nadie puede afirmar que la suya sea la correcta. Sí, creo que necesito ese sufrimiento, quizá sea una forma de vida (aunque habrá quien no lo considere vida) muy masoquista, pero lo necesito. Todos los necesitamos, en realidad. En mayor o menor medida, a todos y cada uno de los seres humanos nos hace falta ese sufrimiento, pues si no, no apreciaríamos de verdad todos y cada uno de esos recuerdos que en algún momento nos hicieron pensar que jamás habíamos sido tan felices.
Todo se acaba y, cuando eso pasa, duele, a veces ese dolor llega a ser horrible pero, ¿de verdad sacrificaríamos lo que nos llevó a ese sufrimiento? No, porque habrá valido la pena.
No sé si alguien terminará de leer ésto, la verdad, ni siquiera sé si yo leeré ésto, pues sinceramente, no sé lo que he escrito, pero supongo que podría resumirlo en una frase: Para levantarse, primero hay que caer.