miércoles, 23 de enero de 2013

Te echo de menos


Te echo de menos... Dudo que te hagas una idea de cuánto o que siquiera pienses alguna vez en mi, aunque más aún dudo que leas ésto, pero necesitaba decirlo. Te echo de menos y no hay nada ni nadie que consiga evitarlo, nada ni nadie que consiga aliviar la presión que invade mi pecho durante el día por tener la puta certeza de que no volveré a hablar contigo... A verte... Nada ni nadie que pueda calmar el dolor de la puñalada que siento cada vez que despierto y veo que esa vida perfecta en la que estoy contigo cada noche y en la que todo va bien no ha sido más que un sueño, nada ni nadie que quite mis ganas de volver a darte los buenos días llamándote princesa, nada ni nadie que pueda evitar que pase horas hecho una bola sollozando por haber perdido lo único realmente bueno que ha pasado por mi vida... Por haber dejado que lo más maravilloso que me ha sucedido se fuese tan abruptamente...

Puedo escribir mil versos para intentar explicar este dolor que tortura mi corazón por una simple razón que a la vida quita el color, puedo rellenar infinidad de páginas de libros que jamás serán escritos intentando describir tan agobiante sensación... Pero da igual cuánto escriba nunca me parece suficiente, nada  es capaz de expresar con exactitud lo que siento y mucho menos de llenar el vacío de tu ausencia.

Te echo de menos y da igual cuánto me digan que no es así, siento que toda la culpa de haberte perdido fue mía, pues no fui capaz de hacer nada bien, no supe controlar mis sentimientos y cuando por fin me di cuenta de mis errores y empecé a aprender de ellos, fue demasiado tarde...

No puedo pedirte que vuelvas y dudo mucho que tú pienses siquiera en hacerlo, esa puerta quedará abierta... Pero puedo afirmar que no soy el mismo que cuando te fuiste, pues ya no soy la persona de la que comprendo que pudieses asustarte, aquella persona en la que me convertí por culpa de una broma descontrolada... Me gustaría decir que he cambiado, pero no es cierto, me has cambiado, gracias a ti aprendí que no podía seguir así... Pero lo aprendí de la peor manera posible.

Da igual cúanto y cómo lo lea no consigo evitar que mis líneas parezcan las palabras de un hombre desesperado... Pero me temo que no es así, pues no rogaré por tu improbable vuelta... Las mías son las palabras de un enamorado que ha perdido a su amada... Un caballero que perdió a su princesa y que es incapaz de resignarse a tal destino, y que pese a que sabe que nada cambiarán sus palabras no conoce mejor forma de desahogarse...

viernes, 11 de enero de 2013

Ciclo

Lo intentas todo y nada funciona, todo sigue igual, nada cambia en un ciclo que no parece tener fin. Entonces llega un día en el que crees que puedes vivir con toda esa soledad, que ya no importa si nadie está a tu lado, total, en los momentos en los que más necesitabas compañía no había nadie a ahí, pero sabes que no es así, que puedes engañarte tanto como quieras pero tarde o temprano necesitarás apoyo, amistad, cariño y no habrá nadie, como siempre, dejando el ciclo abierto, perdiendo la esperanza y las ganas de hacer que cambie.

miércoles, 9 de enero de 2013

Nada más.

No necesitaba a nada ni a nadie más, sólo a ella, tal y como era... La imagen más bonita que han visto mis ojos, preciosa... Perfecta... Y a esa imagen le acompañaba el hecho de ser ella, su personalidad, su forma de ser... Ella era todo cuanto necesitaba para ser feliz... Y se ha ido para siempre.

martes, 8 de enero de 2013

Recuerdos

No recuerdo tu voz, ni el tacto de tu piel, ni el calor de tus abrazos...

No recuerdo la ropa que llevabas la última vez que te vi, aunque nunca olvidaré tus ojos.

No recuerdo todas nuestras conversaciones, pero atesoro cada momento contigo.

Y aunque no he olvidado tu apariencia, los recuerdos sólo son fotos viejas que jamás reflejarán los cambios posteriores y llegará un día en el que serán insuficientes, imprecisos... Pero sé que si te veo te reconoceré, porque da igual que no recuerde tu cara, que tu pelo haya cambiado, que los años te hayan hecho diferente, porque recuerdo perfectamente lo que sentía al verte, recuerdo lo contento que estaba cuando hablaba contigo y la inmensa felicidad que me producía cada abrazo del que no quería soltarte. Y da igual que el tiempo borre todos esos recuerdos, porque no necesito recordar para saber que te amo.

sábado, 5 de enero de 2013

La historia de la chica que cumplió su sueño de convertirse en beluga y provocó el fin de la humanidad sin querer


Érase una vez una joven chica que desde pequeña admiraba a las belugas y soñaba con convertirse en una. Todos los días iba a un pequeño cabo que había entre su escuela y su casa y se sentaba a soñar despierta con el día en el que pudiese ver una beluga con sus propios ojos, deseando convertirse en una y nadar en libertad junto a otras belugas.

Pero los años pasaban y la esperanza se fue desvaneciendo, aún así, la joven chica, que ya había pasado la adolescencia, seguía yendo al pequeño cabo a soñar despierta. Un día, un chico de una edad aproximada a la de la joven, pasó cerca del cabo y se enamoró de aquella joven de rubios cabellos que ondeaban al viento, pero era demasiado tímido para decirle nada, así que empezó a pasar por el cabo todos los días a la misma hora esperando encontrarse con ella y poder prepararse para algún día decirle cuánto le gustaba. A las pocas semanas, la joven se dio cuenta de la presencia de aquel chico y con ello, empezó a interesarse por él. Pese a que la joven era guapa, siempre fue muy callada y reservada, por lo que los pocos chicos que se interesaban por ella la acababan olvidando e ignorando tarde o temprano, por lo que la idea de gustarle a alguien hacía que se ruborizase. Pese a ello, seguía con su rutina y soñando despierta con convertirse alguna vez en beluga, nadar mar a dentro y olvidarse de todos sus problemas hasta que una tarde, al salir del cabo para volver a su casa chocó con el chico, lo que provocó que al darse cuenta de quién era, bajase la cabeza ruborizada. Él no sabía qué hacer o decir, pero quizá esa fuese su única oportunidad así que la abrazó con fuerza. Pasaron varios minutos abrazados hasta que la soltó, en ese momento, ella le dio un beso y salió corriendo.

Al día siguiente se volvieron a encontrar y casi sin ser capaces de levantar la mirada de los pies del otro, empezaron a hablar.

Fueron los meses más felices de sus vidas, descubrieron que tenían muchas cosas en común y pasaban todas las tardes sentados en el cabo cogidos de la mano hablando de sus sueños, imaginando formas en las nubes (que podían ser desde una alpaca hasta un león e incluso figuras ajenas a animales) o simplemente, mirándose a los ojos durante horas. Pero un día, cuando se disponían a marcharse, la chica resbaló y cayó y quedando inconsciente al golpearse contra el agua creyó ver una beluga que dijo que podía concederle un deseo, “Ser como tú”, pensó ella.

Al caer la joven, el chico fue corriendo a la playa cercana y se lanzó al agua para nadar tan rápido como pudo hasta el cabo, pero al llegar sólo pudo ver, o al menos eso creía, a dos belugas alejarse en la distancia, ni rastro de la joven.

Tras más de una semana de incansable búsqueda, seguía sin haber señales de la joven y la dieron por muerta. El chico dejó de salir de casa y, por recomendación de varios psicólogos, adoptó dos gatitos que le hicieran compañía, pero la tristeza y la soledad le consumieron y murió a las pocas semanas.

Los gatitos, al no tener de qué alimentarse, empezaron a comer del cuerpo de su dueño, lo que les hizo volverse más agresivos y violentos, con el tiempo comenzaron a cazar a otros humanos, haciendo que los demás animales siguiesen su ejemplo hasta que finalmente todos los animales domésticos empezaron a comer humanos provocando su extinción.

FIN.