sábado, 5 de enero de 2013

La historia de la chica que cumplió su sueño de convertirse en beluga y provocó el fin de la humanidad sin querer


Érase una vez una joven chica que desde pequeña admiraba a las belugas y soñaba con convertirse en una. Todos los días iba a un pequeño cabo que había entre su escuela y su casa y se sentaba a soñar despierta con el día en el que pudiese ver una beluga con sus propios ojos, deseando convertirse en una y nadar en libertad junto a otras belugas.

Pero los años pasaban y la esperanza se fue desvaneciendo, aún así, la joven chica, que ya había pasado la adolescencia, seguía yendo al pequeño cabo a soñar despierta. Un día, un chico de una edad aproximada a la de la joven, pasó cerca del cabo y se enamoró de aquella joven de rubios cabellos que ondeaban al viento, pero era demasiado tímido para decirle nada, así que empezó a pasar por el cabo todos los días a la misma hora esperando encontrarse con ella y poder prepararse para algún día decirle cuánto le gustaba. A las pocas semanas, la joven se dio cuenta de la presencia de aquel chico y con ello, empezó a interesarse por él. Pese a que la joven era guapa, siempre fue muy callada y reservada, por lo que los pocos chicos que se interesaban por ella la acababan olvidando e ignorando tarde o temprano, por lo que la idea de gustarle a alguien hacía que se ruborizase. Pese a ello, seguía con su rutina y soñando despierta con convertirse alguna vez en beluga, nadar mar a dentro y olvidarse de todos sus problemas hasta que una tarde, al salir del cabo para volver a su casa chocó con el chico, lo que provocó que al darse cuenta de quién era, bajase la cabeza ruborizada. Él no sabía qué hacer o decir, pero quizá esa fuese su única oportunidad así que la abrazó con fuerza. Pasaron varios minutos abrazados hasta que la soltó, en ese momento, ella le dio un beso y salió corriendo.

Al día siguiente se volvieron a encontrar y casi sin ser capaces de levantar la mirada de los pies del otro, empezaron a hablar.

Fueron los meses más felices de sus vidas, descubrieron que tenían muchas cosas en común y pasaban todas las tardes sentados en el cabo cogidos de la mano hablando de sus sueños, imaginando formas en las nubes (que podían ser desde una alpaca hasta un león e incluso figuras ajenas a animales) o simplemente, mirándose a los ojos durante horas. Pero un día, cuando se disponían a marcharse, la chica resbaló y cayó y quedando inconsciente al golpearse contra el agua creyó ver una beluga que dijo que podía concederle un deseo, “Ser como tú”, pensó ella.

Al caer la joven, el chico fue corriendo a la playa cercana y se lanzó al agua para nadar tan rápido como pudo hasta el cabo, pero al llegar sólo pudo ver, o al menos eso creía, a dos belugas alejarse en la distancia, ni rastro de la joven.

Tras más de una semana de incansable búsqueda, seguía sin haber señales de la joven y la dieron por muerta. El chico dejó de salir de casa y, por recomendación de varios psicólogos, adoptó dos gatitos que le hicieran compañía, pero la tristeza y la soledad le consumieron y murió a las pocas semanas.

Los gatitos, al no tener de qué alimentarse, empezaron a comer del cuerpo de su dueño, lo que les hizo volverse más agresivos y violentos, con el tiempo comenzaron a cazar a otros humanos, haciendo que los demás animales siguiesen su ejemplo hasta que finalmente todos los animales domésticos empezaron a comer humanos provocando su extinción.

FIN.

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