Érase una vez una joven chica que desde pequeña admiraba a
las belugas y soñaba con convertirse en una. Todos los días iba a un pequeño
cabo que había entre su escuela y su casa y se sentaba a soñar despierta con el
día en el que pudiese ver una beluga con sus propios ojos, deseando convertirse
en una y nadar en libertad junto a otras belugas.
Pero los años pasaban y la esperanza se fue desvaneciendo,
aún así, la joven chica, que ya había pasado la adolescencia, seguía yendo al
pequeño cabo a soñar despierta. Un día, un chico de una edad aproximada a la de
la joven, pasó cerca del cabo y se enamoró de aquella joven de rubios cabellos
que ondeaban al viento, pero era demasiado tímido para decirle nada, así que
empezó a pasar por el cabo todos los días a la misma hora esperando encontrarse
con ella y poder prepararse para algún día decirle cuánto le gustaba. A las
pocas semanas, la joven se dio cuenta de la presencia de aquel chico y con
ello, empezó a interesarse por él. Pese a que la joven era guapa, siempre fue
muy callada y reservada, por lo que los pocos chicos que se interesaban por
ella la acababan olvidando e ignorando tarde o temprano, por lo que la idea de
gustarle a alguien hacía que se ruborizase. Pese a ello, seguía con su rutina y
soñando despierta con convertirse alguna vez en beluga, nadar mar a dentro y
olvidarse de todos sus problemas hasta que una tarde, al salir del cabo para
volver a su casa chocó con el chico, lo que provocó que al darse cuenta de
quién era, bajase la cabeza ruborizada. Él no sabía qué hacer o decir, pero
quizá esa fuese su única oportunidad así que la abrazó con fuerza. Pasaron
varios minutos abrazados hasta que la soltó, en ese momento, ella le dio un
beso y salió corriendo.
Al día siguiente se volvieron a encontrar y casi sin ser
capaces de levantar la mirada de los pies del otro, empezaron a hablar.
Fueron los meses más felices de sus vidas, descubrieron que
tenían muchas cosas en común y pasaban todas las tardes sentados en el cabo
cogidos de la mano hablando de sus sueños, imaginando formas en las nubes (que
podían ser desde una alpaca hasta un león e incluso figuras ajenas a animales)
o simplemente, mirándose a los ojos durante horas. Pero un día, cuando se
disponían a marcharse, la chica resbaló y cayó y quedando inconsciente al
golpearse contra el agua creyó ver una beluga que dijo que podía concederle un
deseo, “Ser como tú”, pensó ella.
Al caer la joven, el chico fue corriendo a la playa cercana
y se lanzó al agua para nadar tan rápido como pudo hasta el cabo, pero al
llegar sólo pudo ver, o al menos eso creía, a dos belugas alejarse en la
distancia, ni rastro de la joven.
Tras más de una semana de incansable búsqueda, seguía sin
haber señales de la joven y la dieron por muerta. El chico dejó de salir de
casa y, por recomendación de varios psicólogos, adoptó dos gatitos que le
hicieran compañía, pero la tristeza y la soledad le consumieron y murió a las
pocas semanas.
Los gatitos, al no tener de qué alimentarse, empezaron a
comer del cuerpo de su dueño, lo que les hizo volverse más agresivos
y violentos, con el tiempo comenzaron a cazar a otros humanos, haciendo que los
demás animales siguiesen su ejemplo hasta que finalmente todos los animales
domésticos empezaron a comer humanos provocando su extinción.
FIN.
Estas to' loco chaval xD
ResponderEliminarOld News...
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