domingo, 25 de enero de 2015

Errores

AVISO: Éste texto contiene una introducción extensa, excesiva y probablemente inútil, recomendamos su lectura a partir del siguiente aviso.


Durante muchos años escribir ha sido para mi una forma de liberación, por así decirlo, pero también una de mis mayores condenas. Una persona puede pensar en mil cosas a la vez pero no puede escribirlas todas, lo que a veces es un problema, al menos en mi caso, ya que muchas buenas ideas se pierden entrelazadas con decenas de pensamientos que las borran casi al nacer. Pero por otro lado es un alivio porque te fuerza a pensar sólamente en las letras que tienes delante. Aunque en cada coma o en cada punto puedes perder la concentración y desviarte de la línea central, acabas volviendo y dejando plasmado sólo lo que tienes en ese momento. Y sí, es un alivio, por unos minutos dejamos de pensar en mil cosas para pensar en la que probablemente sea nuestra mayor preocupación en ese momento y aunque esa claridad se agradece, también duele.

Duele, porque no siempre ver claro el problema ayuda a que sea más fácil de solucionar. A veces incluso lo empeora. Puedes negarte muchas cosas a ti mismo que a la hora de la verdad saldrán y ponerse delante de un papel a escribir lo que realmente sientes no difiere mucho de un polígrafo. Puedes mentir, por supuesto pero no tendría ningún sentido pues aquí no buscas escribir una historia épica o una fantasía que hace que el mundo real palidezca. Buscas plasmarte a ti mismo.

Y la verdad, pretendía hacer un prólogo más corto de lo que sería el texto real. Un texto sobre... Yo qué sé. Supongo que es un texto sobre errores, caídas... Sobre levantarse y descubrir que si llevas un apoyo te da lo mismo tropezar con esa piedra que tantas veces olvidas que está ahí. Y le estoy dando mil vueltas porque no sé cómo coño abordarlo, la verdad.

AVISO: Fin de la extensa, excesiva y probablemente inútil introducción, puede empezar a leerse desde aquí.


Podría "empezar" de mil maneras, pero a estas alturas sólo yo seguiré leyendo. Así que deja de ser tiempo de presentaciones. He cometido infinidad de errores por seguir ciegamente a lo que sentía que quería. Soy el ser más racional e impulsivo que conozco, personalidades que chocan muchísimo llevándome a una frustración casi contínua. 2014 fue un año lleno de esos momentos. Un año de cometer errores por intentar olvidar y todo por haber olvidado, valga la ironía, que hay cosas inolvidables. Durante mucho tiempo he pensado que la descripción del "caballero errante" cuadraba muy bien conmigo y no era del todo erróneo, pues sin dejar de serlo, el caballero se ha modernizado y no busca princesa a la que salvar si no guerrera que cubra su espalda. El problema es que la dificultad de llegar a una persona así es mayor que la de intentar salvar a una princesa en apuros, llevando a veces a olvidar, por un momento, lo que realmente queremos. Porque no faltan canciones que dedicar a una de esas "princesas", mientras que en contadas ocasiones se encuentra alguien que merezca un "No One Like You" de Scorpions pero se suele tardar demasiado en ser consciente de ello. Pero el verdadero problema viene cuando esa persona se convierte en alguien tan importante para ti y sin embargo no eres capaz de hacer nada por ella, porque, por muy preparado que se esté, uno no puede luchar en una batalla que se libra en esa espalda que está siendo cubierta.

Sé que quiero escribir y decir mucho más pero lo haré cuando llegue el momento y con quien debo hacerlo, no delante de un papel ni en un blog.

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