Doy por hecho que para ti ya no existo, que ya no soy ni un recuerdo, sólo una sombra que desaparece al perder la luz que la proyectaba.
sábado, 31 de octubre de 2015
domingo, 25 de enero de 2015
Errores
AVISO: Éste texto contiene una introducción extensa, excesiva y probablemente inútil, recomendamos su lectura a partir del siguiente aviso.
Durante muchos años escribir ha sido para mi una forma de liberación, por así decirlo, pero también una de mis mayores condenas. Una persona puede pensar en mil cosas a la vez pero no puede escribirlas todas, lo que a veces es un problema, al menos en mi caso, ya que muchas buenas ideas se pierden entrelazadas con decenas de pensamientos que las borran casi al nacer. Pero por otro lado es un alivio porque te fuerza a pensar sólamente en las letras que tienes delante. Aunque en cada coma o en cada punto puedes perder la concentración y desviarte de la línea central, acabas volviendo y dejando plasmado sólo lo que tienes en ese momento. Y sí, es un alivio, por unos minutos dejamos de pensar en mil cosas para pensar en la que probablemente sea nuestra mayor preocupación en ese momento y aunque esa claridad se agradece, también duele.
Duele, porque no siempre ver claro el problema ayuda a que sea más fácil de solucionar. A veces incluso lo empeora. Puedes negarte muchas cosas a ti mismo que a la hora de la verdad saldrán y ponerse delante de un papel a escribir lo que realmente sientes no difiere mucho de un polígrafo. Puedes mentir, por supuesto pero no tendría ningún sentido pues aquí no buscas escribir una historia épica o una fantasía que hace que el mundo real palidezca. Buscas plasmarte a ti mismo.
Y la verdad, pretendía hacer un prólogo más corto de lo que sería el texto real. Un texto sobre... Yo qué sé. Supongo que es un texto sobre errores, caídas... Sobre levantarse y descubrir que si llevas un apoyo te da lo mismo tropezar con esa piedra que tantas veces olvidas que está ahí. Y le estoy dando mil vueltas porque no sé cómo coño abordarlo, la verdad.
AVISO: Fin de la extensa, excesiva y probablemente inútil introducción, puede empezar a leerse desde aquí.
Podría "empezar" de mil maneras, pero a estas alturas sólo yo seguiré leyendo. Así que deja de ser tiempo de presentaciones. He cometido infinidad de errores por seguir ciegamente a lo que sentía que quería. Soy el ser más racional e impulsivo que conozco, personalidades que chocan muchísimo llevándome a una frustración casi contínua. 2014 fue un año lleno de esos momentos. Un año de cometer errores por intentar olvidar y todo por haber olvidado, valga la ironía, que hay cosas inolvidables. Durante mucho tiempo he pensado que la descripción del "caballero errante" cuadraba muy bien conmigo y no era del todo erróneo, pues sin dejar de serlo, el caballero se ha modernizado y no busca princesa a la que salvar si no guerrera que cubra su espalda. El problema es que la dificultad de llegar a una persona así es mayor que la de intentar salvar a una princesa en apuros, llevando a veces a olvidar, por un momento, lo que realmente queremos. Porque no faltan canciones que dedicar a una de esas "princesas", mientras que en contadas ocasiones se encuentra alguien que merezca un "No One Like You" de Scorpions pero se suele tardar demasiado en ser consciente de ello. Pero el verdadero problema viene cuando esa persona se convierte en alguien tan importante para ti y sin embargo no eres capaz de hacer nada por ella, porque, por muy preparado que se esté, uno no puede luchar en una batalla que se libra en esa espalda que está siendo cubierta.
Sé que quiero escribir y decir mucho más pero lo haré cuando llegue el momento y con quien debo hacerlo, no delante de un papel ni en un blog.
miércoles, 21 de enero de 2015
Un día
martes, 6 de enero de 2015
Dolor
Hay tal cantidad de dolores diferentes que sería imposible escribir sobre todos ellos, además es tremendamente difícil hablar de ellos, pero lo intentaré sobre los cuatro que en mi opinión son los peores, cuatro dolores que tengo muy presentes y que están bastante relacionados entre si, son los dolores provocados por la impotencia, la pérdida, la soledad y el vacío.
Soledad: Estar solo y sentirse solo son dos cosas muy diferentes, puedes estar rodeado de personas y sentirte solo, un sentimiento horrible que te va comiendo por dentro, en el que a veces pareces querer gritar pidiendo ayuda pero no lo haces porque no crees que haya nadie capaz de hacerlo.
Vacío: En cierto modo una evolución del sentimiento de soledad. Nada te llena, tienes metas, objetivos, puede que incluso tengas de todo pero nada te llena, probablemente porque lo único que realmente quieres o necesitas parece imposible de alcanzar.
Pérdida: Un dolor probablemente indescriptible. El dolor de la pérdida puede ser a causa de una muerte o la marcha de de alguien o algo que nos importaba de verdad. Quizá sea el peor de todos pero el más corto, pues deriva rápidamente en alguno de los dos anteriores.
Impotencia: Personalmente, el que peor llevo. Hay muy pocas personas que me importen y me paso mucho tiempo mal con mis propios problemas asociados a, entre otras cosas, lo dicho arriba, pero quien me conozca bien sabe que me puedo estar muriendo que si alguien que me importa está mal, todo lo que pueda pasarme a mi queda en segundo plano y me centro en esa persona, porque puedo estar destrozado pero jamás me perdonaría darle la espalda a un amigo o a una de las pocas personas que me importan de verdad. Y es quizá esa forma de ser lo que me lleva a que este sea uno de mis peores dolores. Ver sufrir a alguien que me importa de verdad, alguien a quien quiero, y no poder hacer nada es horrible, más aún si la razón de ese malestar es algo de lo que he mencionado pues lo daría todo por esa persona sin importarme las consecuencias pero aún con esa predisposición nada parece ser suficiente y aparece el dolor provocado por la impotencia de ser incapaz de ayudar a quien quieres o a quien te importa. El dolor de no poder hacer nada por quien, consciente o inconscientemente ha hecho tanto por ti es horrible.
martes, 23 de diciembre de 2014
Ojos
domingo, 7 de diciembre de 2014
Problemas
Se sentía sola.
- Tengo un problema. - Le dijo sin tener ni idea de lo que acababa de provocar.
- Tienes un problema... Pues qué suerte.
- ¿Cómo que suerte?
- Si, suerte, ya quisiera yo tener sólo uno.
- Seguro que no es para tanto, ¡lo mio es serio!
- ¿De verdad quieres jugar a eso? ¿De verdad quieres que te demuestre lo horrible que es cargar con algunos de mis problemas? - dijo él empezando a alzar la voz. - ¿Quieres saber que tengo un problema, que se me acelera el corazón cada vez que consigo sacarte una sonrisa y veo lo jodidamente preciosa que es? ¿Quieres saber que tengo un problema, que el tiempo parece difuminarse cada una de las no pocas veces que me pierdo en esos ojos tan bonitos que tienes? ¿Acaso quieres saber que tengo un problema y que ese problema es que quiero besarte aquí y ahora pero tengo miedo de perderte por ello?
- Yo...
- No, no quieres saberlo, pero adelante, ¿cual es tu problema?
- Qué me equivocaba. - Y le besó.
sábado, 22 de noviembre de 2014
Lloraré
Lloraré al amanecer sueños cuyo fin no logré ver. Pero esta noche no.
Esta noche en las estrellas de tus ojos me perderé y buscaré la luz que me mecerá y de la fría oscuridad me salvará.