¿Cuánto tiempo había pasado ya? Daba igual. "Ésto debe
ser la felicidad" pensaba mientras acariciaba su rojo pelo. El parque
estaba en silencio salvo por el piar de algún pájaro y el sonido del viento al
golpear las copas de los árboles. Estaban sentados bajo la sombra de uno de
ellos, él con la espalda en el árbol mientras ella apoyaba la cabeza en su
regazo.
- Me encanta tu pelo,
es precioso. -Dijo, consiguiendo que un color rojizo se apoderase de sus
mejillas. Aunque ya llevaban un tiempo juntos, seguía ruborizándose por cosas
así, y a él le encantaba.- Aunque no está a la altura de tus ojos... o tu
sonrisa. -El rubor aumentó, nada podía alegrarle más que saber que todo aquello
que decía, todo verdad, la hacía feliz.- Pero aunque todo ello junto te hace perfecta,
el ser como eres, el ser quien eres es lo que me hace quererte tanto.
Ella se levantó y antes de que reaccionase, se sentó sobre
él y selló sus labios con un beso.
- Estás ciego, ni de
lejos soy perfecta.
- Sí a mis ojos.
-Volvió a ruborizarse y le besó de nuevo, esta vez, mordiendo su lengua de
forma juguetona.
- Si sigues diciendo
esas cosas tendré que mantener tu boca ocupada. -Dijo con una sonrisa.
- Me temo que en ese
caso vas a tener mucho trabajo. -Y devolviendo la sonrisa, con un rápido
movimiento la tumbó en el suelo y se puso encima, mirando fijamente a sus
ojos.- Pero te ayudaré a hacerlo. -Y la besó hasta dejarla sin aliento. Al
separar sus labios una sonrisa invadía ambos rostros.- Esa es la sonrisa que
tanto me gusta.
- Idiota... -Dijo
ella entre dientes, sonriendo y desviando su preciosa cara con un color ya
cercano al de su pelo.
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